Uruguay se encuentra en una
"meseta" respecto del consumo de pasta base, señala investigación.
Ayer se presentó "Fisuras", una investigación
de la Junta Nacional de Drogas en conjunto con la Facultad de Humanidades sobre
el consumo de pasta base en Uruguay. Entre otras conclusiones, el ensayo señala
que el abandono escolar y la falta de contención son los factores que afectan
en mayor medida a los consumidores, y ubica 2002 como el año en el que el
consumo de esta sustancia se convirtió en un "serio problema".
Además, el trabajo incluye una serie de testimonios de consumidores en base a
entrevistas.
"En su mayoría nacen en la inmediatez, entre la
vulnerabilidad y la marginación, donde los recursos de las personas y hogares
se organizan apenas para responder a la supervivencia cotidiana, para luego
desertar tempranamente del sistema educativo y no obtener la calificación
mínima para las exigencias del mercado de trabajo". La descripción refiere
a los usuarios de pasta base de cocaína (PBC) y se encuentra en
"Fisuras", una investigación desarrollada por la Junta Nacional de
Drogas y la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de la
República (Udelar), que ayer fue presentada en la sala Maggiolo de esta
institución.
El estudio, según lo describió la decana de la Facultad
de Ciencias Sociales de la Udelar, Susana Mallo, es una buena combinación entre
trabajos cualitativos y cuantitativos. Entre los factores que suelen afectar a
los consumidores habituales se encuentran el "abandono escolar, la no inserción
familiar y la falta de contención", a lo que la investigación suma un
entorno como el de la crisis de 2002 que, sostiene, trajo "complicaciones
enormes", ya que fue el año en el que el consumo de PBC se convirtió en un
"serio problema".
Según se menciona en el trabajo, en base a la Encuesta
Nacional de Hogares sobre Consumo de Drogas, sólo 1,1% de la población de entre
15 y 65 años (residentes en poblaciones de más de 10.000 habitantes) consumió
PBC alguna vez en su vida; 0,4% consumió en los últimos 12 meses y 0,2% en los
últimos 30 días. Estos resultados habían sido similares en 2006, por lo que el
estudio concluye que Uruguay se encuentra en una "meseta" respecto
del consumo de esta sustancia. "Algo bueno habremos hecho",
reflexionó al respecto el subsecretario del Interior, Jorge Vázquez, durante la
presentación. Según se calcula, los consumidores problemáticos de entre 18 y 64
años rondarían entre 6.500 y 14.500 personas.
La publicación revela que la edad promedio de inicio del
consumo suele ser a los 21 años (sólo 9,6% de los usuarios de PBC comienza en
edades inferiores a los 13 años), en contraste con lo que ocurre con el alcohol
(14%) y la marihuana (14,2%). "El déficit educativo no responde
exclusivamente al uso de drogas, sino que en muchos casos lo antecede y las
causas se encuentran asociadas a variables de contexto sociocultural",
sostiene la investigación, realizada por Héctor Suárez y Jessica Ramírez.
Dentro del departamento de Montevideo, la prevalencia del
consumo de PBC aumenta en los barrios más pobres, especialmente en el oeste de
la ciudad, aunque también existe un elevado nivel de consumo en el Centro y la
Ciudad Vieja. En ese contexto, la mayoría de los usuarios problemáticos de PBC
(UPPB) tienen un nivel educativo muy bajo. El 63,7% sólo presenta primaria como
el mayor nivel educativo alcanzado en el sistema formal, mientras que sólo 0,4%
llegó al nivel terciario.
La principal fuente de ingresos de los consumidores
problemáticos es el empleo informal (25,9%), seguido por la recolección de
latas, cartones y basura (14,8%). A su vez, 25,1% de los consumidores estuvo en
algún momento en un centro de internación de menores en conflicto con la ley,
mientras que 34% estuvo alguna vez en prisión. "El consumo habitual o problemático
de drogas, en particular de alguna sustancia, en poblaciones que encuentran
dificultades económicas para proveerse de éstas, puede generar un aumento de la
probabilidad de cometer delitos", se sostiene.
Respecto del lugar del consumo, 63% declaró que habitualmente
lo hace en espacios públicos. Otra cifra relevante refiere al lugar donde los
usuarios problemáticos fueron a buscar ayuda o tratamiento alguna vez en su
vida: 68,8% lo hizo en iglesias, 51,3% en Portal Amarillo y 34,4% en hospitales
o centros de salud mental. "Es el Estado quien debe, a través de los
hospitales y las clínicas barriales, ayudar a solucionar este tema",
sostuvo Mallo. Curiosamente, buena parte de los consumidores cree que tiene un
buen estado de salud; concretamente 55,2%.
Experiencia de campo
Un equipo de investigación del Centro de Estudios
Interdisciplinarios Latinoamericanos de la Facultad de Humanidades se encargó
del enfoque cualitativo, analizando una serie de "entrevistas
informales" con consumidores. Las entrevistas muestran diversas facetas de
su vida, como la iniciación con el consumo, las relaciones con la familia, con
la calle, sus modos de vida, sus miedos y sus problemas con la abstinencia.
Sofía tiene 27 años y cinco hijos. A los 13 abandonó el
liceo y a los 16 quedó embarazada por primera vez. Cuando tenía 20 años probó
por primera vez PBC. En la investigación relató en qué condiciones tuvo a uno
de sus hijos: "En este embarazo, al que vos ves ahí sentado, fumé todo el
embarazo. Un mes sólo, no consumí. Yo cuando lo tuve a él había terminado de
consumir a las 5.00. A las 6.00 empiezo con las contracciones. En el hospital
se dieron cuenta [...] un día de parrilla nació él".
Wilson tuvo 17 hermanos y seis murieron asesinados; su
padre, que era alcohólico, delinquía, y terminó preso por homicidio. "Soy
un adicto totalmente. Yo, por ejemplo, no puedo pasar un día sin consumir. Paso
un día sin consumir y me duele la cabeza [...] Yo no tengo el apoyo de, por
ejemplo, mis mujeres que tuve. Les daba lo mismo si consumía o no",
cuenta.
Otro tema sobre el que profundiza la investigación es
cómo hacen los usuarios de PBC para conseguir la droga. "Yo, por día, así
como vos me ves, 800, 1.000 pesos me gasto, todos los días", dice
Patricio, de 35 años. "Que hago una changuinta de 100, que hago una
changuita de 80", explica. Agustín, de 26 años, cuenta que junta dinero
"cuidando un coche, juntando botellas [...] de repente alguna changa de
trabajo, haciendo feria, volqueteando, juntando cosas. Rotando, según cómo esté
el día, porque si llueve no podés mojarte la ropa porque estás todo el día en
la calle [...] Es un día a día y las vas procurando".
La rápida adicción que genera la PBC es uno de los
problemas más complicados para los usuarios. Luis, de 30 años, asegura que si
bien a veces "tiene ciertos dolores en el cuerpo [...] cada vez que te
fumás un medio de pasta se te cura, se te va el dolor, y después andás hecho un
rifle". Darío, de 27 años, dice: "Fumate un pipazo que está todo
bien. Problema que tengas te olvidás, ¿sabías? De repente capaz que te acordás
al otro día cuando estás careta que recién te levantás. Pero son diez minutos,
porque a los minutos mismo ya estás fumando de vuelta".
Francisco, de 28 años, cuenta cuales son los
"códigos" para fumar PBC: "Que no te vean los niños fumando,
eso. El único código es ése. Después, lo demás no... ¿Y mi familia? No. ¿Y
respetar el barrio? No. Hoy por hoy... roban en la casa de la madre,
igual".
Según dijo Mallo al final de la presentación,
parafraseando a la investigación, "el problema no es - como se sugiere
generalizadamente - la pérdida de valores, sino la tensión generalizada entre
los mandatos morales que se imponen a los sujetos y la vulnerabilidad de las
trayectorias, que dificulta el sostenimiento de prácticas coincidentes con
ellos".
fuente: http://ladiaria.com.uy/articulo/2014/6/parar-la-mano/
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